20.2.07

Comida sana

Anoche no tenía ganas de cocinar. Como todos los días yo le doy de comer al gato su alimento balanceado, me pareció justo decirle que le tocaba a él encargarse de la comida. El gato masculló algo, pero en el fondo entendió que mi planteo era justo. Así que se encargó:
*Fue hasta el almacén y compró fideos.
*Pasó por la verdulería y compró huevos y zapallitos. Trajo todo muy sonriente. Mientras tanto, yo descansaba en un sofá, viendo la tele.
*Enseguida lo escuché trajinar en la cocina: lavó los zapallitos, los cortó en cubitos y los puso en la cacerola.
*Puso agua para los fideos en otra olla.
*Cortó unos ajíes que había, y junto con los zapallitos, los puso a la sartén con unos huevos revueltos que iba preparando.
*Una vez que hirvió el agua echó los fideos y esperó pacientemente los doce minutos que recomendaba el paquete.
*Los coló, luego los pasó por un chorrito de agua fría. Le puso una cucharada de manteca y los juntó, por último, con los zapallitos, el ají y los huevos revueltos. El olor era delicioso.
*Me llamó a la mesa.
*Apagué la tele y me senté a comer ilusionada.
*El gato sirvió para mí un plato de alimento balanceado* y se puso a disfrutar de sus fideos con verdura.

*El alimento balanceado no tiene sabor a pollo, como asegura el envase. Ni a pescado. Ni a nada identificable, realmente.